💓💓💓💓💓💓
Marga cruza la calle, se deja
llevar por su curiosidad femenina y presta atención al escaparate. Detrás de la
inmaculada luna de cristal se muestran carísimos conjuntos de seda y encaje:
negros, rojos y de color champán. Mira hacia el interior. Un hombre se
encuentra de espaldas a ella, le calcula unos treinta o treinta y cinco años.
Al observarle, sin que éste se dé cuenta, se empapa al momento.
El hombre es alto, metro ochenta y
cinco por lo menos, musculoso, con un trasero perfecto marcado por unos
vaqueros negros.
Involuntariamente, un ramalazo,
como Marga no recordaba haber sufrido nunca antes en su corta vida, se instala
en el centro de su vientre.
Sabe que debe que marcharse de
allí: no tiene sentido entrar. ¿Para qué quiere un conjunto como esos, tan
maravilloso, si ella no tiene a nadie a quien mostrárselo? No hay ni novio o
marido con quién lucirlo
Su cerebro ordena a sus piernas que
se muevan, pero éstas no obedecen.
De pronto, el hombre se gira, la ve
a través del cristal y le sonríe; baja despacio por la escalera. Marga observa
con atención cada movimiento de los músculos de los brazos del hombre, aferra
sus manos a la escalera para no caerse.
Permanece inmóvil; es incapaz de
moverse. Tiene piernas, pero ha olvidado por completo cómo utilizarlas. Por
suerte, la joven aún recuerda cómo mantener el equilibrio; si se derrumbara,
sería un espectáculo penoso.
Marga observa como el hombre, una
vez en el suelo, se encamina despacio hacia la puerta; sonriéndole. Se siente
una redomada idiota, cuando se descubre a sí misma devolviéndole la sonrisa. El
sonido de la campanita de la puerta al abrirse, la devuelve al mundo real.
Puedes seguirme en facebook, twitter, instagram y youtube.
💓💓💓💓💓💓
¿Quieres conocer el resto de la historia? Descúbrela aquí.Puedes seguirme en facebook, twitter, instagram y youtube.
No hay comentarios:
Publicar un comentario